miércoles, 23 de marzo de 2011

El museo del coro bajo

    
            El  Museo de Santa Clara se ubica en el coro bajo del monasterio. Abre sus puertas a los visitantes para que conozcan la iglesia conventual y otros ámbitos del vivir cotidiano de las hermanas clarisas que siguen practicando su clausura conventual.
         El modelo de organización museográfica debe resolver dos problemas: de una parte hacer un adecuado inventario de las piezas que atesora el convento. De otra  interferir lo menos posible en la sosegada y activa vida espiritual comunitaria. El reto que supone la creación de un museo de arte religioso estriba en la capacidad de generar un buen guión museológico que suscite el interés de los futuros visitantes. Así que nosotros exponemos algunas consideraciones sin pretensiones de dogmatizar, pues todo guión museográfico debe partir del consenso de expertos, interesados, la propia comunidad de religiosas, grupos de opinión, políticos, etc.
        
              Como hilo conductor, en la entrada del museo del Coro Bajo, topamos con la imagen más valiosa: el San Jerónimo de Martínez Montañés, que formó parte del segundo retablo mayor, pues la iglesia llegó a contar con tres. El definitivo se construyó en el primer tercio del siglo XVIII, obra local de José García. Es el que podemos contemplar hoy.
           La imagen de Montañés se presenta al espectador como introductora del guión pretendido. Se acompaña de un texto que pretende implicar al espectador, y que dice:
             
            "Ahora que tus pasos te han traído hasta aquí, ahora que la calma de este convento  aplaca tus prisas, escucha mi historia: en origen fui madera y hoy soy la obra de uno de los grandes del Barroco: el maestro Martínez Montañés.
              En otro tiempo formé parte de un espectacular retablo: el primero de la iglesia que acabas de dejar  a tu espalda.
              Observa mi sereno rostro, la calma y actitud reposada. Nada tienen que ver con la angustia que sufrí. Arrodillado, porto en una de mis manos la cruz, mientras que con la otra sostengo una piedra con la que me golpeo el pecho una y otra vez, para espiar mis pecados. Sufro. Pero mi maestro, más preocupado por la perfección que por la expresión, no representó en mi cuerpo la huella del dolor.
              Continúa el camino, no te quedes aquí. Pasa y contempla el resto de las obras: piezas eternas que atesoran la historia de este Convento"
        
              Así comienza el guión de este Museo. Por cierto, que existe un claro error en el texto. Ya hemos dicho que esta imagen perteneció al segundo retablo, que no al primero como se dice.
          
           

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